Cómo afectan los estados de ánimo a nuestra dieta

A veces resulta complicado de entender que no perdamos peso pese a realizar mucho deporte y cuidar la alimentación. Hay muchos motivos que explican todo esto, y en cierta medida nos viene a demostrar que no estamos haciendo las cosas de la manera más adecuada. No hay que buscar únicamente las justificaciones en la alimentación, también en el estado de ánimo y en la voluntad de cada uno. Aunque vigilar lo que nos llevamos a la boca será un buen principio, también hay que tener en cuenta el cuidado de los hábitos y del estilo de vida. Te explicamos cómo afectan los estados de ánimo a nuestra dieta.

Ansiedad

Uno de los grandes enemigos de nuestra dieta será siempre la ansiedad. Se puede reflejar de distintas maneras y razones, ya sea por estrés o por situaciones que no podemos gestionar nosotros y que se nos escapan de las manos. Cuando sufrimos ansiedad parece que se nos abre el estómago y por lo general solemos recurrir a los alimentos más calóricos, que son los que más nos engordarán. Siempre que te ocurra esto procura relajarte y tomarte las cosas con un poco más de calma. La mejor solución es mantenerse activo, realizando cualquier actividad física que te mantenga ocupado y que no te lleve al frigorífico a comer. Está claro que cuanto menos tiempo pases en casa, será mucho mejor para tu salud.

Problemas para dormir

El descanso también resulta muy importante para no engordar, sobre todo a la hora de regular el funcionamiento del organismo. A las personas que tienen problemas para descansar por las noches les cuesta mucho más mantener su peso. Hay que decir que al no dormir el metabolismo permanece en funcionamiento durante mucho tiempo, lo que a largo plazo puede originar un desajuste que nos hará tener más hambre y consumir más alimentos. Siempre se ha dicho que levantarse de la cama para comer resultaba muy dañino para nuestro cuerpo.

La avaricia a la hora de comer

Cometeríamos un grave error si fuésemos avariciosos a la hora de sentarnos a la mesa y comiésemos una cantidad muy elevada de productos y raciones. No se trata de comer todo lo que nos pongan ni consumir más platos de los que te pida el cuerpo. Lo más adecuado es dejar siempre un sitio, sin llenarnos en exceso. Cuando vayas a comer fuera siempre tienes la posibilidad de elegir un único plato o pedir un medio menú. Podrás controlar mucho mejor lo que comes.

Cuidado con la tentación de los dulces después de comer

No caigas en el error de comer algo dulce una vez que acabes de comer. Hay gente que tiene la necesidad de llevarse a la boca algo de chocolate o un pastel. Es posible que sintamos esta necesidad porque la glucosa baja de manera momentánea. Se trata de algo pasajero, que en cuestión de minutos se resolverá. Lo más adecuado es que no consumas ningún postre dulce y esa manera te olvidas de la llamada del azúcar. La opción que te proponemos pasa por comer algo de fruta.